martes, 21 de mayo de 2013

El retorno al Olimpo... como un HÉROE.

Hola mai litel ponis!!!

Pero por Dios Santo, cómo estáis? Hace mil anos años que no escribía por aquí y la presión de mis fans más plastas ha podido conmigo. Así que aquí estoy sentado en mi cama de abuela con el portátil encima de los cachetes de tal forma que creo que me voy a quedar estéril por el calor que irradia sobre mis santos cojo... cojines.

Aaaaaaah que placer, que placer. Tengo tantas paranoias mentales ¡ZAMBOMBA! que contaros que no sé por dónde empezar. Oh! sí, empezaré por... ¡AQUEL DÍA EN EL QUE SALVÉ A MIS VECINOS DE MORIR QUEMADOS!

Para lo que no sepáis de qué hablo, simplemente aclararos que soy un héroe. Ya he encargado mi traje de licra con los gallumbos por fuera, made in Taiwán, para que sostenga y marque mi  paquete (de patatas).

Bueno, todo comenzó cuando volvía de Misa (sí, voy a Misa y con mucha honra) con mi hermana María (la cual acaba de cumplir su sueño de salir en mi blog, pero que no se flipe que no se va a repetir) y me dí cuenta de que salía una voluminosa cantidad de humo por el patio interior. Miré por la ventana mientras mi ceño se fruncía ante el problema presente con aire de superfuerza y estreñimiento intenso y me fijé en el que el susodicho humo ansiaba libertad desde la cocina del cuarto piso. Sin dudarlo un instante, me rasqué una oreja y le dí de comer a mis agapornis, y lego dije a voz en grito ¡LAS ALMENARAS ARDEN! Jajaja no hombre es coña. Le dije a mi sister que salía un humo mierdoso del cuarto piso, a lo que ella se puso a llorar y a tirarse pedos. Me suplicó que salvara a esos niños, que probablemente no estarían con sus padres y que después de morir quemados no volverían a ver a sus padres, los cuales, al regresar a casa y vieran a sus hijos asados los confundirían con pollos del Kikirikí y se los comerían. Bueno, quizás me haya inventado un par de detalles pero fue algo de ese rollo.

A la hora de tomar decisiones la verdad mi hermana y yo somos bastante diferentes. Por una parte yo (ejerciendo el papel de héroe musculoso) era partícipe de bajar por el hueco de las escaleras con una cuerda, un cuchillo en la boca, y con Godofredo mi agaporni en el hombro hacia la cuarta planta y derribar la puerta de una patada para sacar a los niños agarrados de los gallumbos; y mi hermana decía que iba a llamar al presidente de la comunidad para avisarle del problema (¿PERO SERÁ INÚTIL? O sea, mi casa está ardiendo pero no voy a echar agua, ni siquiera orinar sobre alguna brasa. Iré al ayuntamiento a decir que mi casa está ardiendo... NO TÍO, NO! HAY QUE ACTUAR, SOY UN HÉROE!).

La cuestión, después de dejarle bien claro que padecía un serio desequilibrio mental salí a las escaleras y me puse a bajar corriendo dando golpes a la barandilla y gritando como un mono para que mis vecinos se asustaran y no salieran de sus casas y llegué al portal número el que sea de la cuarta planta. Y aquí es donde empieza lo bueno.

Llamo a la puerta y no viene nadie. Me quedé ahí esperando un momento y de repente oigo... oigo... oigo unas zapatillas de andar por casa arrastrándose "silenciosamente" por detrás de la puerta. Acto seguido escucho como un ser al otro lado de la misma, desliza la apertura de la mira esa que tienen todas las puertas que se ve a la gente gorda y deforme (esa mirilla por la que las abuelas, las madres y las hermanas cotillean a los vecinos) intentando ser discreto y silencioso (vamos, la persona esa era soberanamente imbécil, porque hacía más ruido que un CD de ruido). La cosa es que fuera el que fuese se quedó ahí mirándome como un estúpido mientras que yo, que ya había supuesto que estarían los hijos solos y sus padres le habrían dicho lo típico de "no le abras a nadie" (a lo que yo añadiré en un futuro a los míos "... A NO SER QUE LA CASA ESTÉ ARDIENDO") y estarían ahí cagándose en su pijama de ositos ante la presencia DE SU VECINO AL QUE LLEVAN VIENDO TODA SU VIDA que posiblemente haya sufrido una transformación psicotraumática y haya bajado a su casa para asesinarlos y violar sus cadáveres.

Bueno, me quedé un par de minutos hablando con una puerta. Por más que dijera "Hola, soy Javi el vecino" " Hola soy Javi, Agustín, ¿está tu padre en casa?" "Hola, acabo de asesinar a mi familia y vengo a ver si me podéis dar un poco de mahonesa" no me abrían. La repera fue cuando oigo al chaval desde detrás de la puerta "Aaaangeeeeel" (vaya una jodida forma de susurrar compadre, parecía que se había fumado veinte porros antes de hablar). Yo ya desistí, viendo que aquella panda de anormales no me iban a abrir y subí a mi casa pensando que ya se habrían dado cuenta de que su casa estaba ardiendo.

Llegué a mi casa y le pregunté de nuevo a mi hermana "¿sigue habiendo humo?" a lo que me respondió que sí y dije "¿pero algún anormal ha ido a apagarlo o algo?" y me contestó con un no. OC.

Esta vez no pude aguantarme más y fui al WC. Después, me di cuenta de que aquella casa era la que tenía un agaporni, el mismo con el que hablan por las mañanas los míos cuando los dejo en la cocina con la ventana abierta, así que reaccioné, ¡¡¡¡¡¡HABÍA UN AGAPORNI EN PELIGRO!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡DIOS MÍO HABÍA QUE HACER ALGO!!!!!! Bajé corriendo (otra vez) las escaleras y llamé de nuevo al cuarto. Los cojones me fueron tocados soberanamente cuando volví a oír los pasos arrastrándose por detrás de la puerta y el tío volvió a abrir el ojal de la puerta, así que después de estar otro par de minutos diciendo que era el vecino de mierda y que me abriera ya, le dije "¡PERO PEDAZO DE ANORMAL, QUE TE ESTÁ ARDIENDO LA COCINA!

No sé por qué pero aquello hizo que abriera la puerta. Tenía cara de asustado y había caca en el suelo. No hombre, es broma. Le dije que era un poco imbécil y que tenía unos cuadros muy bonitos, ah! y que la casa se le estaba quemando. El chaval me llevó a la cocina y.... TODO ERA FUEGO! Dije: "aparta, gusano!" y empecé a echar agua y agua. Las llamas consumían mi carne y mis huesos, pero en esa casa había un agaporni y era mi deber salvarlo de las llamas y de sus amos retrasados. Fue entonces cuando eme percaté del origen del fuego, al lado de una sartén con comida quemada había un tenedor que me resultaba sospechoso, creo que todo lo tramó el así que lo cogí del mango y empezamos a luchar y forcejear en silencio por el suelo de la cocina mientras el humo se apoderaba de mis pulmones. Él quería clavarme una de sus puntas en un ojo, pero conseguí hacerle una llave de judo y lo dejé un poco en coma. Pero era un farol, se giró y me empujó hacia la ventana... ¡quería tirarme! Estaba sostenido por un trozo de patata frita en el abismo, creí que iba a morir. Fue entonces cuando tenía perdida toda esperanza, Godofredo vino volando por el patio a socorrerme y mordió al tenedor satánico en un ojo y lo lanzó por la ventana. Me asomé y vi que se agarraba a duras penas a un calzoncillo con un palomino en una de las cuerdas del tendedero. Estiré mi mano lo más que pude para intentar alcanzarle mientras le decía "tú no quieres hacer esto, vamos, coge mi mano, ¡cógela! Tu vida ha sido dura y te perdono. A nadie le gusta que le chupen todo el día y le metan en una boca con dientes llenos de trozos de comida sin digerir, vamos, ¡COGE MI MANO! Pero el alma de aquel pobre tenedor ya estaba muy corrompida y no tenía oídos para entrar en razón. Súbitamente, saltó hacia mi dispuesto a acabar con mi vida, pero entonces apareció Picasso, el marido de Godofredo y le pegó un picotazo en el culo y el tenedor asesino calló al vacío (a cámara lenta) mientras gritaba "NOOOOOOO!!!". Y ese fue el fin del tenedor de Lucifer.

Los niños estaban flipando con lo que acababan de ver, así que les pegué una torta y empecé a escupirles para que volvieran a entrar en razón. Lo hicieron, y se pusieron a limpiar la sangre y a apagar la vitrocerámica mientras yo me iba a hablar con su agaporni, el cual tenían en una jaula en el balcón. Le dije que no se preocupara, que yo estaba con él y que mientras viviera dos plantas más arriba suya nada le pasaría. Le di una pipa y mi número de teléfono por si algún día quería hablar o tomar algo, me despedí de los niños subnormales y me fui, regreso a casa. Mientras subía las escaleras (a cámara lenta también, bañado en sudor, sangre y hollín, con las ropas rasgadas y con Godofredo y Picasso volando sobre mi cabeza, empezó a sonar música de película... la misión había acabado. El mundo estaba en paz gracias a... Javi, el HÉROE.

PD: Téquer, el hijo de mis agapornis, no apareció en escena porque sólo tiene un mes y medio y no puede salvar al mundo siendo tan joven.


Bueno, esto es todo por ahora. Aún quedan otras muchas historias. Mañana escribiré otro poquito más, mientras tanto, coman insectos pues lo dice la ONU y un abrasito pa todos ustedes!

HAMOR EVERYWHERE.

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