domingo, 9 de junio de 2013

"Arma mía"

Hola niggas mojonbis. 

La última vez que escribí en el blog prometí volver a hacerlo al día siguiente. Bien, como podéis comprobar he mentido, ergo, merezco ser apaleado por muñecos de teletubbies al son de Danza Tukulo. Pero eso será otro día. 

Bueno, simplemente quería comentar un evento no demasiado normal que ocurrió en mi hogar durante mi breve horario de estudio. Digo breve porque al final Godofredo y toda la prole alada consiguen atraer mis encantos de aspirante a zoofílico y me obligan a que los saque. Pero ya me voy dando cuenta de que me utilizan y que en realidad pasan de mi y que es posible que me odien (ya que no desaprovechan una sola hez para excretarla sobre de mi almohada. En fin... cosas de mascotas.

Volviendo al issue. Estaba yo estudiando aprendiendo algo inútil e inservible para mi vida (básicamente, porque ya se me ha olvidado) cuando pequeños y repetidos golpes llamaron la atención. Provenían, ni más ni menos, que de mi ventana. Oí entonces como una pequeña piedrecita rebotaba sobre el suelo, y me percaté de que alguien estaba tirando piedras. Llegué a la conclusión de dos posibles causas: una, que algún mariposón vestido de Romeo estuviera sostenido por unos gallumbos de hilo de seda China made in Taiwan y estuviera acosándome like su prometido, o que algún niñato estúpido sin cerebro y carecedor de honor, gloria y pene estuviera tirándome chinos (JAJAJAJA CHINOS SÍ, CHINOS) hacia mi persona.

Como no me gustaba la idea de ser vacilado por un ser al que no veía y me hacía sentir abrumado en la incertidumbre e inseguridad que el desconocimiento de dicho acosador me causaba, me levanté de la silla, me asomé a la ventana y me quedé mirando desafiante todas y cada una de las ventanas. Los ataques cesaron y ni rastro del enemigo. Así que volví a sentarme.

No tardó aquel niñato imbécil hijo de una cabra en volver a tirar piedrecitas. Viendo que mi técnica de amenaza visual con el ceño fruncido estilo Bruce Willis se lo había pasado por el mismísimo forro, decidí aumentar el nivel. Me dirigí hacia mi armario y me agaché mientras metía las manos debajo de la estructura de madera e intentaba palpar la caja. Ahí estaba, la agarré con ambas manos y la traje hacia mi. Una vez fuera, soplé sobre su superficie para quitar el polvo que se acumulaba con mayor abundancia que en el culo de Tuthankamon III y lo saqué del interior. Sí. Allí estaba mi M16 de bolas de acción automática.

Cogí el cuerpo del arma y le encasqueté la culata y el visor. Cargué el cargador y lo coloqué en la rendija de carga. Una vez armado, me acerqué a la ventana y me asomé, dejando los brazos en el exterior sosteniendo el fusil. Entonces cargué el arma y grité "¡A VER QUIÉN TIENE COJONES DE VOLVER A TIRAR UNA PUTA PIEDRA!" y comencé a disparar al aire, matando a algunos Uruk-hais.

Las piedras cesaron definitivamente. He de confesar que en verdad no estaba enfadado, ni mucho menos; estaba eufórico. Me hubiese gustado que el niño o ser inerte que fuera se hubiera asomado para que hubiese podido vaciar mi cargador sobre su jeta. Luego le invitaría a bizcochos. Pero luego bien luego. Después de que se hubiera echo caca encima.

Bueno, coleguis, esto es todo por ahora. Era simplemente para comentar alguna que otra paranoia de las mías. Se acaba de ir la luz en Jerez así que aquí estoy a oscuras escribiendo. Parezco un periodista de guerra. Nunca descartaría esa rama de la comunicación ,la verdad.

El siguiente post será gracioso. Os hamo.


Yo


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